“UNA VEZ A CADA INDIVIDUO y nación”, escribió el poeta James Rusell Lowell, “llega el terrible instante, en que debe decidir dentro de su corazón lo que será de su vida en adelante, en la batalla entre el bien y el mal, la verdad santa o el error fatal”.
Lowell se refería, por cierto, a los grandes decisiones de la vida, esos momentos críticos que dejan su huella indeleble en nuestra alma. Curiosamente, muchas de esas decisiones críticas, que determinan “lo que será la vida en adelante”, se deben tomar durante la juventud. ¿Cuáles son algunas de ellas y qué debe hacer el joven para decidir bien?.
Decide la altura de tus metas
¿A QUIÉN le corresponde decidir lo que serás en la vida? ¿Quién debe determinar el “tamaño” de tus sueños, y de tus metas? Te corresponde a ti. Nadie puede decidir por ti la altura de la montaña que escalarás en la vida. He aquí un consejo muy apropiado al momento de decidir hasta donde llegarás en la escalada: “Recuerda que nunca alcanzarás una meta más elevada que la que tú mismo te fijes.
Fíjate, pues, un blanco alto y asciende todo lo largo de la escalera del progreso, paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio. Que nada te estorbe. El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún ser humano tan firmemente que éste tenga que permanecer impotente y en la incertidumbre. Las circunstancias adversas deberían crear una firme determinación de vencerlas”.
“Mensajes para los jóvenes” (pág. 69 )Elena G. de White.
Decide quiénes serán tus consejeros
ESTÁS EN LA ETAPA de la vida en la que debes tomar tus grandes decisiones: “¿Qué estudiaré?” “¿Qué principios orientarán mi vida?” “¿Con quién me casaré?” Equivocarte en cualquiera de ellas va a representar graves pérdidas: de dinero, tiempo, esfuerzos, recursos… y probablemente también habrá dolor y algunas lágrima.
Una forma de evitar estos males innecesarios es aplicando el consejo del rey Salomón: “Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder” (Proverbios 13:20).
Así que, abre bien los ojos, porque bien lo reza el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
Te invito a que disfrutes de la parte II de esta serie: Ver Parte II
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