CALIFICA ESTA ENTRADA:
En 1958 el Papa Juan XXIII empezó su
pontificado, con una renovada campaña de infiltración jesuita en
las iglesias protestantes. Su primera meta segúnel testimonio del Dr. Rivera, era
alcanzar a la
Iglesia Adventista del Séptimo Día.
El mensaje que se debía llevar a las
iglesias era de amor y unidad (absorción hacia Roma) y esto se debía llevar a
cabo por medio del movimiento carismático. Los
caballeros de Colon, Juventud Católica en Acción y la Legión de María fueron
dirigidos por los jesuitas en ese esfuerzo. En la década de los 70 el
movimiento carismático hizo un esfuerzo para entrar en nuestras iglesias pero
todavía había mucha resistencia. Para
el año 1990 y bajo la apariencia de un movimiento de celebración, ha sido
aceptado con los brazos abiertos la dirección del vaticano disfrazado del movimiento ecuménico.
Junto con la corrupción de la verdad en
las doctrinas, vino un diluvio de mundanalidad que llevó a la ignorancia de la
verdadera experiencia del evangelio, resultando en una pasividad ciega que
preparó el escenario para el desarrollo de un ministerio jerárquico, una
maldición dondequiera que se encuentre, que puede controlar fácilmente de
arriba hacia abajo. Esto explica la velocidad asombrosa de propagación del
movimiento de celebración.
“Ignacio Loyola (fundador de los
jesuitas) destinó a su organización a reproducir en su existencia laboral, los
principios jerárquicos según el cual ‘el inferior se somete al superior’ y
donde todos los elementos se unían en reconocimiento a una autoridad superior,
por lo tanto, estaban listos para obedecer... era una autoridad piramidal”
(Malachi Martín, The Jesuits, p. 189). “Pero entre vosotros, no será así”, dijo Jesús (Mateo 20:26).
El uso del movimiento de celebración
en la iglesia local como una fuerza política para unir los elementos mundanos y
desplazar a los fieles, adventistas históricos; el entrenamiento del liderato
en el control de la mente por hipnotismo usando programas Neurolingüísticos
para controlar a las congregaciones y a los individuos; la bien coordinada
promoción del movimiento de celebración por parte de la estructura; los ataques
coordinados de la estructura contra aquéllos que se atreven a expresarse
libremente en cuanto al movimiento de celebración; la fecha escogida para
registrar el nombre de la denominación y para iniciar juicios sobre la marca
registrada; el entrenamiento a nuestros ministros en celebración; nuestra
participación como miembros de la división nacional del concilio mundial de
iglesias a la manera teológica de los jesuitas; adulando o tratando de quedar
bien con Roma; todos apuntan a algo más que una mundanalidad fortuita que ha
entrado.
Estamos frente a una tentativa sistemática, bien organizada para borrar lo que todavía queda del adventismo histórico.
Estamos frente a una tentativa sistemática, bien organizada para borrar lo que todavía queda del adventismo histórico.
Un
estudio sobre la historia de Roma revela que ella desearía crear en nuestra
iglesia una estructura jerárquica controlada entre bastidores por influencia
jesuita, desde la posición más encumbrada, armada con las sanciones de la ley
civil, cuyas decisiones mecánicamente lleven a cabo los devotos leales a la
estructura, como el medio más eficiente para exterminar la verdad del mensaje del
tercer ángel.
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