CALIFICA ESTA ENTRADA:
El Club de Conquistadores.
La dirigencia católico-adventista ha
prestado mucha atención a la juventud adventista. Saben que ellos son el futuro
de la Iglesia,
y se han apresurado a hacerles un “lavado de cerebro”. Hace ya muchos años que
comenzaron con esta tarea, introduciendo el llamado “Club de Conquistadores”,
hermano del Club de “Boys Scouts” de la Iglesia católica. El Vaticano creó a los “Boys
Scouts” con la finalidad de disciplinar a sus niños y jóvenes en un sistema
militar, para que cuando llegasen a adultos estén acostumbrados a la obediencia
a los hombres de la Iglesia,
y pudiera disponer de ellos como un ejército de soldados obedientes.
Con la
misma finalidad, los infiltrados católicos crearon el Club de Conquistadores
dentro de la
Iglesia Adventista. Se trata mediante el mismo de que los
jóvenes adventistas no piensen por sí mismos, sino que se acostumbren a la
obediencia pasiva a sus autoridades humanas, al estilo católico. Además, se
aprovechan las actividades del Club para destruir en todo lo posible la
verdadera espiritualidad, reemplazándola por diversiones y entretenimientos
mundanales, reduciendo al mínimo posible la aparición de la Palabra de Dios y a nada
el Espíritu de Profecía. Se le da al joven lo que al joven le gusta, con la
excusa de que sino “se irán al mundo”. Esta terrible trampa engaña a los padres
adventistas, que piensan que mientras sus hijos estén en la Iglesia hay esperanza de
salvarlos, mientras que se los está llevando a la perdición con las actividades
que la misma Iglesia organiza.
Los encuentros de Jóvenes.
Otro aspecto al que se ha prestado
mucha atención es al de los Encuentros, o Congresos de Jóvenes. En ellos se
trata de educar intensamente a la juventud adventista en la nueva dirección
ecuménica que se le quiere dar a la Iglesia. Además de la intensa mundanalidad y el
escaso respeto por el sábado, se van agregando paulatinamente cada vez más
elementos de acercamiento y familiaridad con Roma. Imágenes, mensajes
subliminales, temas de predicación cada vez menos relacionados con el mensaje
adventista, y hasta se ha llegado a realizar los Congresos en predios de la Iglesia Católica,
poniendo a sí a la vista de la juventud, de por sí débil espiritualmente y
sujeta a muchas tentaciones, toda la panoplia pagana del romanismo, y
sugiriendo a todos que los líderes católicos son buena gente, que no debemos
temer nada de ellos, que no nos van a perseguir, o que si algún día eso acontece,
no es el tiempo hoy, aún falta mucho.
La música es cada vez más mundana,
pareciéndose mucho a la de los lugares de baile. El Rock lento, con toda su infernal
influencia, se ha popularizado en la música joven adventista.
Los programas de la Sociedad de Jóvenes.
Son éstos cada vez más mundanales, y
las cosas espirituales son minimizadas, cuando no tomadas a tono de burla.
Juegos, diversiones, piezas teatrales, hechos divertidos en pleno templo,
sonrisas y bromas permean las sociedades de jóvenes adventistas. Las reuniones
sociales se asemejan cada vez más a una reunión mundana común, con billares,
metegoles y todo tipo de competencias. En algunas iglesias, hasta se coloca de
fondo una música mundana suave que incita al cuerpo al baile. Cualquier manifestación
de fidelidad entre los jóvenes es señalada como fanatismo, y como por lo
general ningún joven soporta el verse aislado de su grupo, termina adaptándose
a los que lo rodean, convirtiéndose en un tibio y mundano, de lo contrario no
tendrá aceptación entre el grupo.
Algo parecido ocurre con las Escuelas y
Colegios adventistas, que son cada vez mejores instrumentos del Nuevo Orden
Mundial, para mundanalizar a la juventud y prepararla para el ecumenismo total
al cual se dirige con pasos apresurados la Iglesia Adventista
del Séptimo Día, cuyo nombre ha perdido bastante el sentido.
Resultados de esta estrategia.
Los resultados de esta estrategia de
los jesuitas para destruir a la juventud adventista están muy a la vista. Hoy
en día casi todos los jóvenes adventistas son tibios tirando a fríos
espirituales, con una carga muy grande de mundanalidad. Muy pocos entre ellos
leen libros del Espíritu de profecía, o se dedican a la obra misionera
abnegada. Son más infelices que los mundanos, porque piensan que Dios no tiene
nada más para ellos que lo que la
Iglesia les ofrece. Se sienten frustrados, impotentes para
vencer el pecado, llenos de tentaciones y pecados ocultos. Temen perderse, y
por eso mismo no desean oír sobre la Segunda Venida de Cristo ni sobre temas
proféticos, porque les da miedo. Su condición es realmente penosa. Quiera Dios
que alguna cosa ocurra para sacudir a nuestros jóvenes, y que despierten a su
triste realidad antes que sea demasiado tarde.
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