La cebada es un cereal que siempre se ha cultivado en nuestro entorno pero al que no se le da uso tradicional como alimento. Su utilización más conocida, a parte de servir para elaborar la malta de la cerveza, es el pan de cebada. Por su riqueza en betaglucanos, (un tipo de fibra soluble) el efecto de su consumo en el tratamiento de las dislipemias (alteración del metabolismo de los lípidos en la sangre) es impresionante y como alimento o como complemento alimenticio, reduce los niveles elevados de colesterol (hipercolesterolemia) está comprobado.
Es reconstituyente, digestiva, activa el hígado, conveniente para los nerviosos y para subir la tensión. Es depurativa, diurética y remineralizante, tónica cardíaca. Rica en calcio, potasio y fósforo. A los lactantes con eccema les conviene una papilla con cebada y avena.
El agua de cebada se prepara cociendo cuatro cucharadas de cebada recién molida por litro de agua, se le añade limón y miel y se obtiene una bebida refrescante y sana, muy útil en las diarreas (no provoca estreñimiento).
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