jueves, 20 de diciembre de 2012

LA ESTRATEGIA DE ROMA EN LA IGLESIA ADVENTISTA EN SUDAMÉRICA

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En Sudamérica la estrategia de Roma es: Reducir la espiritualidad de la iglesia, acercarla imperceptiblemente lo más posible al sistema romano, y prepararla para la aceptación de la ley dominical, habiendo anulado el mensaje del tercer ángel y buena parte de la herencia profética adventista en la mente de la hermandad.

Para ello se ha llevado a cabo una cuidadosa estrategia mediante un equipo de infiltrados cuidadosamente entrenados. Los jesuitas, por supuesto, están a la cabeza de ellos. Hay también muchos infiltrados católicos en las filas adventistas que no son jesuitas, pero están subordinados rígidamente a ellos.

En primer lugar, con el paso de los años se ha ido creando una estructura rígida y autoritaria, desplazando en la mente de la hermandad la lealtad a Dios, y colocando en su lugar la lealtad a la estructura de la Iglesia, a sus autoridades humanas, de acuerdo al modelo católico romano. En Sudamérica esto ha sido relativamente fácil de lograr, debido a la mentalidad tradicionalmente católica de los pueblos, que se ve reflejada en la hermandad. Pocos en Sudamérica reconocen que el sistema bíblico de gobierno eclesiástico es bien diferente del católico jerárquico; solamente aquellos que leen mucho al Espíritu de Profecía y así adquieren una forma de pensar diferente que la tradicional sudamericana, acostumbrada a las dictaduras.

Se ha impuesto la idea de que las Juntas son dirigidas por Dios, y que sus decisiones deben ser respetadas, no importa que vayan en contra de claros principios bíblicos. Los presidentes de las Asociaciones, cual papas romanos, se envanecen diciéndoles a la hermandad que, si ellos estuviesen haciendo las cosas mal, entonces Dios los quitaría de su lugar, ya que sólo a Él le corresponde el juzgarlo. Así obligan a la hermandad a permanecer pasiva e impotente, mientras ellos realizan toda clase de injusticias, arbitrariedades y deshonestidades. 

Las elecciones de las autoridades eclesiásticas de alto rango, como los presidentes de Asociaciones, se realizan de la manera más escandalosa, manipulándose los delegados y las Juntas, de tal manera que algunos saben de antemano quiénes serán los nuevos elegidos, ya que todo fue “cocinado” de antemano por los que realmente tienen los resortes del poder. Las oraciones pidiendo la dirección del Espíritu Santo en las Comisiones electivas son un insulto a Dios, porque en su mente cada uno sabe lo que tiene que decir y lo que tiene que callar, de lo contrario perderá su puesto. Cada uno de ellos son como actores de una pieza de teatro.

Una vez creada la estructura jerárquica al estilo católico, el resto es relativamente fácil, porque se colocará a cada persona en el lugar que se desee, para realizar la tarea encomendada, y a la vez se quitará a quien moleste con relativa facilidad, de manera que todos se sientan amenazados e inseguros, y se vean forzados a vender sus principios y callar cualquier cosa abominable que vean, para poder permanecer en su puesto, que en muchos casos representa su única posibilidad de ingresos económicos. Así la corrupción en las instituciones adventistas ha llegado a un punto muy grave, que ha escandalizado aún hasta a los mundanos.

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