CALIFICA ESTA ENTRADA:
Daremos ahora 40 características
de los mismos. Recordemos que están en todos los niveles de la Iglesia, desde los laicos
comunes, hasta los presidentes de Divisiones y en la mismísima Asociación General.
Ya Elena de
White lo había sugerido claramente: “Habrá, aun entre nosotros, mercenarios y
lobos con vestidos de ovejas que persuadirán al rebaño de Dios a presentar
sacrificios a otros dioses delante del Señor... Jóvenes que no están
establecidos, arraigados y afirmados en la verdad, serán corrompidos y
arrastrados por ciegos que guían a otros ciegos; y los impíos, los
despreciadores que dudan y perecen, que desprecian la soberanía del Anciano de
días y colocan en el trono un falso dios, un ser de su propia definición, un
ser totalmente semejante a ellos mismos, serán agentes en las manos de Satanás
para corromper la fe de los incautos.” (Mensajes Selectos, Tomo 3, pág. 454)
1. Al principio se tratan de ganar la
confianza de la hermandad; llevan una vida aparentemente disciplinada y poseen,
en general una personalidad atractiva, pero jamás dan evidencia verdadera de haber nacido de nuevo y
experimentado la conversión bíblica.
2. Rápidamente alcanzan los cargos directivos de la iglesia,
apoyados por los otros infiltrados y por aquellos que consiguen engañar para
que los apoyen.
3. Una vez en la Junta de Iglesia,
manifiestan sus verdadero objetivos, que siempre tenderán a disminuir la
espiritualidad de la hermandad y la acción misionera.
4. Un principio básico de ellos, por
así decirlo, es el maquiavélico de que “el fin justifica los medios”. Si
objetivo es la destrucción espiritual de la Iglesia Adventista;
cualquier cosa que contribuya a ese fin está bien.
5. Se oponen, directa o sutilmente,
(depende el ambiente), a la
Reforma pro-salud. Tratan de hacer creer que se puede ser un
cristiano ejemplar y seguir comiendo carne, lo que no les parece importar en lo
más mínimo. Tratan de hacer quedar como fanático al que respeta fielmente la
santificación en la forma de comer y beber.
6. Se oponen a la predicación de la
santificación bíblica, al nuevo nacimiento, al estudio profundo y fiel sobre el
Espíritu Santo y su obra en nosotros (en especial la lluvia tardía).
7. Atacan la naturaleza de Cristo. Sutil o
abiertamente, según las circunstancias, tratan de enseñar que Jesús no era como
nosotros, y por lo tanto nosotros no podemos ser como él, ni vale la pena
entonces procurar la perfección del carácter ni la santificación progresiva.
8. Se oponen a la doctrina del Santuario como
originalmente creían nuestros pioneros y EGW, y al Juicio Investigador; al mensaje a Laodicea, y a todo lo que realmente produciría un reavivamiento.
9.
Son expertos en manipular la mente, tanto en
forma colectiva como individual. Para ello utilizan diversas técnicas
neurolingüísticas, y los mensajes subliminales, (por ejemplo, mediante una
frase sorpresiva cuando están hablando de otro tema), altibajos llamativos,
modulación de la voz arrulladora o dictatorial, dependiendo de las circunstancias el uso de alguna de
las técnicas neurolingüísticas de manipulación mental.
10. Saben utilizar los mensajes
subliminales también mediante las imágenes y mediante la música.
11. A pesar de su
normal amabilidad, de vez en cuando dejan ver su verdadera personalidad: fría, implacable y extremadamente dictatorial.
12.
Son maestros del engaño. Saben planear bien sus
mentiras, de manera que resulta difícil probar que hayan mentido. Siempre se
aseguran de que haya algunos que los defenderán en sus falsas pretensiones, y
cuando sus mentiras son descubiertas, tratan de confundir la situación lo más
posible. Y si son finalmente confrontados con las evidencias, llegarán a decir:
“bueno, finalmente es tu palabra
contra la mía”, porque saben que los otros compañeros católicos que
hay en la misma iglesia mentirán como él para apoyarlos.
13. Cuando trabajan en equipo, suelen
fungir estar enfrentados, para alejar sospechas.
14. Siempre se oponen, abierta o
sutilmente, a los planes misioneros de la iglesia en su verdadera misión, en
especial a la predicación de las profecías y del sábado como sello de Dios, la
marca de la bestia y los mensajes de los tres ángeles.
15. Tratan de hacernos creer que los
católicos son buenos creyentes, que son nuestros amigos y que podemos confiar
en ellos.
16. Para ello nos tratan de relacionar
la más posible con las instituciones católicas. Realzan todo lo positivo que
puedan de ellas, y no mencionan nada sobre la perversidad manifestada
históricamente contra los hijos de Dios con horribles crueldades, persecuciones
y crímenes.
17. Saben adular y especialmente
manipular los sentimientos; mayormente lo logran con las hermanas, y a través
de ellas llegan a estorbar o detener la obra de sus maridos fieles.
18. Saben desunir sembrando cizañas de
malas opiniones de un hermano contra otro, hasta lograr que se enfrenten y
pierdan el buen espíritu y su utilidad.
19. Sus familias nunca dan evidencia
alguna de conversión.
20. Minimizan, desprecian o eliminan
totalmente el Espíritu de Profecía.
21. Aunque saben ser corteses y
agradables, a veces eliminan
sutilmente el ambiente espiritual de una reunión, con actitudes
risueñas, chistes, bromas, o desviando la atención de los oyentes del tema
principal mediante cualquier estratagema sutil.
22. Rebajan lo más que pueden la sacralidad del sábado, hablando
sobre cualquier tema en las horas sagradas y arrastrando a los hermanos a
transgredirlo y apartarlos del necesario clima santo.
23. Saben muy bien cómo decir frases claves que pueden hundir en
la desesperación a alguien a quien desean derribar; saben provocar y llevar a
una discusión inútil, para después señalar el espíritu poco
cristiano que tal o cual manifestó en medio de la discusión, que sutilmente
ellos provocaron.
24. En tono jocoso o de broma utilizan
frases que son como semillas en la mente del oyente para volvernos al
catolicismo. Por ejemplo, “si Dios quiere y la virgen”, “como dijo el santo
padre”.
25. Son maestros de la acusación y de la calumnia destructiva
hacia algún siervo de Dios que desean desacreditar para acabar con su obra e
influencia.
26.
Siempre aparentan defender lo que en realidad están combatiendo sutilmente, y
viceversa. Poseen doble cara.
27. Son rencorosos y muy vengativos, y
buscan hacerse respetar mediante el miedo.
28. Algunos de ellos son espiritistas
practicantes, y en ocasiones salen a la luz sus actividades secretas con los
demonios.
29.
Atacan y destruyen, si pueden, a la mayor fortaleza del cristianismo: la
familia cristiana. A menudo apoyan el divorcio o
la separación de los hogares cristianos. Provocan conflictos entre cónyuges que
se relacionaban bien, hasta lograr separarlos y enajenarlos uno contra el otro.
30. La destrucción del sistema
educativo adventista es uno de sus objetivos básicos. Lo que más temen es que nuestros niños sean
formados en los principios bíblicos; saben que así se formarán
poderosos testigos de la verdad, y desean impedirlo a toda costa. Hacen todo
cuanto esté a su alcance para que se cierren las escuelas adventistas, o se
vuelvan casi católicas.
31. Los niños adventistas son su blanco
especial, por el mismo motivo. Los tratan de conquistar con lo que a ellos les
gusta, les ofrecen golosinas, los llevan al Club de Conquistadores, les tratan de mil maneras de amoldar la mente
para que piensen mundanalmente, y no amen a Dios ni a su Palabra.
32. Jóvenes católicas entran en la
iglesia adventista con el fin de seducir y hacer caer a los siervos de Dios, a
pastores fieles u otros hermanos; luego se encargan de ventilar el asunto y
destruir su influencia.
33. Cuando se trata de destruir la
influencia de un siervo de Dios, siguen tres pasos:
a. desacreditarlo mediante
calumnias bien armadas;
b. Tratar de aislarlo totalmente, que se quede solo,
para que se desanime y no pueda cumplir su misión;
c. Si todo esto no da
resultado, entonces se lo buscará eliminar de cualquier manera, incluyendo el
crimen.
34. Saben decir frases que serán
semillas sutiles que tenderán a la desobediencia de la palabra de Dios; por
ejemplo: “el sábado no te va a salvar”; “estudiar mucho la Biblia te puede volver loco”;
“los que predican profecías se vuelven monotemáticos y se olvidan de las
otras partes de la Biblia”;
“no hay que ser fanático con el asunto de la carne”; “no hay que
predicar temas que sean un tropiezo a los hermanos”; “dejemos que los
jóvenes se sientan a gusto en la iglesia haciendo tal o cual actividad; sino se
irán al mundo a hacerlo”; “no hay que adelantar la persecución
predicando profecías que pueden ofender a otras iglesias”; “no tenemos
que hablar mal de los católicos”; etc.
35. Cuando un infiltrado es líder y se
descubren sus errores, recurre a frases como: “si yo estuviese tan mal como
dicen, ¿no podría Dios sacarme del cargo que ocupo?” (sutilmente está diciendo: si Dios permite
que ocupe este cargo, es porque Él aprueba mi gestión, y nadie debe entonces cuestionarme).
36. Tratan de hacer de la iglesia un lugar de diversión; siempre
procuran arrastrar a los jóvenes a la insensatez, las bromas y los chistes.
37. Favorecen el teatro en la sociedad
de jóvenes, junto con programas para jóvenes destinados a mantenerlos en la
tibieza y mundanalidad.
38. Promueven entusiastamente el Club
de Conquistadores; un hábil instrumento creado por la Iglesia católica (“Los
Boys Scouts”), e introducido en la iglesia adventista por los mismos
infiltrados con el fin de rebajar la espiritualidad de los jóvenes creyentes y
reemplazarla por el respeto exagerado a la autoridad humana al estilo militar;
así van acostumbrando a la mente a reemplazar a Dios por la autoridad del
hombre. Una vez organizado el club, promueven reglamentos y actividades que
tienden a transgredir el sábado y las normas bíblicas. Promueven el sensualismo
entre los jóvenes; sutilmente los llevan a los deseos carnales y la promiscuidad.
Rebajan la santidad de la oración y la reducen a un simple requisito frío y
formal. Buscan darles a los jóvenes lo que les gusta a ellos, así se aseguran
su apoyo incondicional. Promueven la música profana que elimina la
espiritualidad y alienta el sensualismo.
39. Nunca apoyan el estudio serio de la Biblia o del Espíritu de
Profecía; antes bien lo desalientan todo lo que pueden; en lugar de eso dan al
pueblo filosofías y mandatos de hombres.
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