Marcela no puede contener el llanto. No se explica cómo su matrimonio se ha hecho trizas. Profesional de éxito, respetada entre sus colegas y sus vecinos, con tres hermosos hijos, siempre creyó que las diferencias con su esposo no pasarían de unas pocas palabras ásperas y enojos momentáneos. Ahora, todo su mundo se ha venido abajo.
Carlos, su esposo, se ha tomado un tiempo para “pensar”, dejando el hogar. Uno de sus hijos comenzó a andar en malas compañías, y los otros andan mal en el colegio. “¿Cómo pude llegar a esta situación?”, se pregunta una y otra vez.
Las relaciones familiares están bajo presiones y conflictos fuertes. La crisis que afecta a los padres hace eco y se amplifica en los hijos, que se encuentran bajo fuego cruzado. La violencia infantil, la drogadicción y la rebeldía adolescente son algunas de las consecuencias. Cuando las relaciones familiares entran en crisis, todo el ser queda afectado. Se hace difícil pensar. Los sentimientos se descontrolan y generan angustia, temor, ira, depresión. La familia es el único espacio que nos brinda seguridad, paz, estabilidad y felicidad. Pero, cuando esas mismas relaciones fracasan pueden generar dolor, sufrimiento y tristeza. Las heridas abiertas en la familia pueden sangrar toda una vida, sin cerrarse jamás.
En medio de un panorama tan oscuro y desalentador, ¿Es posible encontrar la clave de la felicidad en la familia? ¿Hay esperanza para las crisis familiares?
Angustiada, Marcela hizo caso del consejo de una amiga, y buscó fuerza y auxilio en Dios. Comenzó a asistir a una iglesia que quedaba cerca de su casa, y le pidió perdón a su esposo. Él regresó al hogar, y pronto toda la familia asistió a la iglesia. “Dios salvó a mi familia y me transformó. Ahora hasta la relación con mis hijos cambió”, asegura Marcela.
Afortunadamente, la Biblia menciona que Dios no solo se preocupa por nosotros individualmente, sino que también por nuestra vida familiar. Por eso en la creación, estableció dos instituciones importantes: La familia (Génesis 2:23, 24) y el Sábado como día de reposo (Génesis 2:1-3). La familia es el núcleo básico de la sociedad, y el lugar en que debemos sentirnos amados y felices.
EVALÚE SU FAMILIA.
1. ¿Cómo se encuentra la comunicación entre los miembros de mi familia?
2. Mi cónyuge y yo ¿nos entendemos con respecto a la educación de nuestros hijos?
3. ¿Cuáles son nuestros puntos fuertes?
4. ¿En qué aspectos necesitamos mejorar?
5. ¿Sabemos perdonar al otro?
El sábado es el día en que los miembros de la familia deben estar juntos, y adorar y honrar al Creador (Isaías 58:13-14). Dios conoce muy bien lo que necesitamos para ser felices. “yo soy el Señor tu Dios, que te enseña lo que te conviene, que te guía en que camino debes andar” (Isaías 48:17). A pesar de nuestros errores, el amor de Dios por nosotros nunca cesa, y quiere lo mejor para nuestra familia: “con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3, RV60).
Dios jamás se aparta de nosotros. Debemos buscarlo con todas nuestras energías. “Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón, afirma el Señor” (Jeremías 29:13).
Una pareja al borde del divorcio todavía puede luchar para salvar su matrimonio. Tras una investigación entre miles de parejas, los investigadores descubrieron que los matrimonios en los que ambos esposos oran y estudian la Biblia juntos tienen entre un 90 y un 95 % de posibilidad de perdurar.
No obstante, la mayor esperanza de todas para la familia se encuentra en el pronto regreso de Jesús, y la Tierra Nueva que prometió, donde “estaremos con el Señor para siempre” (1 Tesalonicenses 4:17). Allí será la gran reunión de la familia de Dios, y todos sus miembros vivirán por siempre en completa armonía.
Marcos Blanco.
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